miércoles, 9 de junio de 2010

"AL SOL, UN VIAJE DE IDA Y VUELTA"


Si yo no escribiera mi vida sería mas enredada de lo que es, sería menos acontecida de lo que ha sido, y la gente a mi alrededor huiría despavorida de mi compañía. Es así porque de no escribir, la rabia, la frustración, el amor desbordado, la mala pasión, se quedarían adentro mío haciendo estragos, pudriendo los buenos sentimientos que crecen en la alacena de mis sueños.

Es por lo mismo que estoy en total acuerdo con las personas que dicen que para que una mujer sea interesante para los demás y para ella misma debe encontrar su arte, su forma de desahogo, su mantra sagrado. Pienso en las mujeres que admiro y que han hecho su vida muy a pesar de sí mismas, que han logrado constituir sus existencias independiente de maridos, hijos y demás lastres a los que se le asigna a la vida interior femenina, esas que saben estar solas en compañía, las que emprenden viajes místicos desde su casa. Esas mujeres, pintoras, escritoras, poetisas, músicas, representantes del credo del amor, poco habrían podido interiorizar del mundo sin dicho catalizador.

Pero para todo arte existen bloqueos, estos parecen nacer de muchas partes, a veces estamos sobreestimulados, la cabeza está recibiendo mucha información y no logra enfocarse en una sola tarea, a veces no hay estímulos que logren romper el mutismo, otras donde la mujer se queda estancada en la mitad, donde no hay tristeza ni euforia, donde se pierde el tiempo sin saber qué se siente, el eterno estado de la nada, estancados en rutinas. Yo creo que esta último estado es el más dañino de todos, es en el que muchos caemos, en el estancamiento de la costumbre, viviendo debajo del dedo que espicha pero creyendo que estamos bien porque la casa es bonita, porque las flores en nuestro jardín florecen, porque hay comida y agua al alcance de la mano, esa conformidad de tener lo necesario y no lo extraordinario manda al sótano de nuestra casa espiritual, al arte.

Días de bloqueo, semanas y años al final secan nuestro río mítico y nos hacen dudar de nuestras capacidades, nuestro desempeño fuera de la comodidad de ciertos nidos. Pero el viento huracanado de las decisiones bien tomadas hace renacer la corriente. La maternidad puede hacer que esos diques en que nos hemos estancado revienten por acción del Tsunami del alma recién liberada, también la muerte o la cercanía a ella; yo conozco un par de personajes por ahí, que al sentir los pasos de la parca a sus espaldas deciden liberarse de cadenas y lanzarse a la vida de manera pasional o contemplativa, la vida basada en el hedonismo, la llaman. Yo por mi parte no tengo nada en contra de hacer de nuestra vida un culto a Baco, pero el hedonismo por el hedonismo tampoco me parece la solución. Y por ahí derecho esa vida ya tan meditada y contemplativa, me apaga la fogata.

Yo aun ando buscando el grito herido en la noche calma, porque aun no se apacigua mi alma, yo que vengo de estar dormida, cansada de sentirme cansada, vengo buscando el renacer del arte, el desentumecimiento, el regreso a mi “Tara”, las pasiones del mar, los delfines, las montañas, los cánticos de otras mujeres sabias, la maternidad, la leche, las estrellas, el amor, y al final las letras, que fluyen al dejar fluir lo antes estancado.

Sin dejar de ser intrépida, sin dormirme de nuevo, voy buscando el equilibrio, voy aprendiendo a retirar la mano del fuego antes de que éste me queme, a sacar a los que quiero de los lugares donde sé su alma podría salir lastimada, voy tomando riesgos más meditados, midiendo cuanta energía debo dedicar a cada tarea, retomandome, envolviéndome en mi pasión, despertando y también estrellándome una que otra vez con algunas piedra. Porque cuando se libera la fiera interior se vuelve al mundo tal vez muy intensos, como toros recién liberados para la corrida, estamos ávidos de aire, de comida espiritual, y de sangre. Y es ahí que algunos caemos en errores, ya que aunque nosotros estuviéramos perdidos, mucha agua corrió bajo el puente, no podemos estar esperando que el mundo esté preparado para nuestra llegada, tampoco podemos pretender que ciertos planetas abandonen su órbita porque nosotros llegamos a proponer una nueva, hay que aprender a caminar de nuevo, hay que regresar a la familia, a los amigos, a los viajes espirituales y al sol.
Y es por eso en las mañanas saludaré al sol, le pediré que cada día me de la luz que necesitan mis pasos, que me traiga y me lleve a diario en un viaje de ida y vuelta a él.

1 comentario:

Maria Paula dijo...

que vivan los riesgos, sin ellos no llegarías a la Tara. Nadie lo ha hecho distinto, solo que en la inconsciencia? me queda la duda de tanto que medito en ello. Me encanta como llevas allí los pensamientos