Hace unos días oí de alguien a quien la música lo tiene sin cuidado, lo que entendí, es que le daba lo mismo un vallenato busetero o un concierto de violines. Francamente no lo podía creer, yo por mi lado, no concibo la vida sin música y mucho menos sin la música que me gusta.
Cuando yo me levanto, que suele ser muy temprano, mi genio es tan amargo como el de mi abuela, las mañanas en esta ciudad son heladas, mi perro se levanta tipo 6 asi sea domingo (el pobre no sabe de calendarios ni festivos), tengo que darle de comer y sacarlo y para cuando estoy de vuelta ya estoy más despierta que nadie, ni modo de volverme a dormir.
Entonces pongo música, y mi genio cambia por completo. De hecho, tengo un agüero, y es que depende de la primera canción que me bote el ipod, va a ser mi resto de día. Por ejemplo si comenzamos con alguna canción romántica-melancólica, voy a tener un día un poco resguardada, si comenzamos con “Orishas” voy a tener un día lleno de ritmo, si por el contrario la primera nota es de “the Doors”, estoy en la inmunda, voy a tener un día de cortarme la venas, si es “Madonna”, es un día sexy que invita a romper prejuicios, si es música electrónica, mi día va a ser todo un misterio, pues este genero invita a cualquiera de las demás emociones, y por eso no lo tengo categorizado, en fin, así sucesivamente.
La vida sin la música se me hace plana y aburrida, no soy una experta, solo sé que me gusta lo que me gusta, y no me gusta lo que no me gusta. Siento que soy un poco más libre cuando puedo escoger que música oír, y no que se imponga en un bus maloliente, donde la estridente porno salsa te saca de casillas cuando no son ni las 8 de la mañana. Aunque por lo mismo creo que me estoy quedando sorda, porque para competir con los volúmenes de Bogotá debo subirle hasta que no da más.
Así que, cuando comienza el día, cuando está en sus tardes, ya en sus interminables noches, siempre mi cerebro grita….¡MUSICA POR FAVOR!!!
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