miércoles, 6 de mayo de 2009

"UN AMOR POSMODERNO"


[Reafirma su compromiso con su primer amor; sin embargo, como él mismo dice, teme que “no sepa un día que voy a amar al siguiente”. Anhela desesperadamente algo solido a lo que asirse, pero “sólo veo fantasmas que hieren mi vista, desaparecen en cuanto trato de atraparlos”.][Es la atmosfera en la que nace la sensibilidad moderna].
Del libro “La nueva Eloísa” de Rousseau, citado por Marshall Berman en “Todo lo solido se desvanece en aire”.

Vivimos inmersos en el modernismo. De nuestros cuerpos salen invisibles hilos que nos mantienen unidos con el mundo: nuestros celulares son dispositivos por donde podemos hacer casi de todo, ahora tenemos computadoras de bolsillo y ya podemos instalarnos de manera subcutánea un chip con la información de nuestra tarjeta de crédito (no es chiste, lo juro, lo vi en CSI). Esta época permitió que fueran los hijos los que enseñaran a los padres como usar los diferentes artefactos; la modernidad ha cambiado uno que otro rol. Por ejemplo, en el mundo laboral la experiencia dejó de ser bien paga y fue remplazada por el joven bien titulado, mano de obra barata, eficiente y también, de cierta forma, desechable. Se cambió al artesano que dedicaba buena parte de su tiempo a elaborar un mueble para toda la vida por unos de fácil y rápido ensamblaje, pasamos de un mundo dedicado y lento a uno acelerado y eficiente. Ya lo decía Marshall Berman en su espectacular libro: nada escapa a ésta revolución, ni siquiera el amor.

Hablando de eso, hace poco asistí a la cátedra de un psicoanalista llamado Luis Fernando Ordúz. En ella se trataron temas de modernidad y posmodernidad, entendida esta última como el proceso que ha tenido el mundo después de los 70´s y aun un poco más allá con el nacimiento del internet y las formas de difusión de información que ya conocemos. Estos detalles han enmarcado al mundo en una velocidad difícil de mantener. Lo que hoy era mañana no se sabe, lo que hoy se quería mañana será obsoleto, lo que hoy desees con ansias mañana te estorbará. Y fue lo anterior, lo que me recordó un amor posmodernista que nació, creció y murió ante mis ojos, un amor intenso que no supo sobrevivir al mes, una curiosa mariposa, bella y efímera.

Dicha historia comenzó cuando mi amiga lo vio por primera vez, creyó ver en sus ojos algo especial, le pareció que había magia en la manera como lo conoció pero la única magia que hubo en ese encuentro fue la que ella quiso ver. Gracias a los artefactos de la tecnología lograron continuar su comunicación, primero se ubicaron por facebook, luego el amor pareció crecer vía msn, se dijeron las primeras cosas bonitas escritas con las típicas contracciones que disimulan la mala ortografía y para cuando se vieron ya se habían dicho de más. La siguiente semana ya habían compartido secretos y noches, celos e intrigas. Desgraciadamente también compartieron información que no se debía. El msn con sus conversaciones guardadas y un tris de imprudencia les permitió saber que pensaban el uno del otro. Parte de la magia había sido cortada de un solo click, luego de eso, el error de la intensidad.

A ella le pareció que sus ojos no le mentían cuando él le dijo que quería estar siempre a su lado, que tanto tiempo juntos no lo aburría, ella creyó en su guión porque jamás se atrevió a dudar de sus intenciones. Entonces ella quiso jugar a lo mismo pero cayeron en un eterno malentendido, él la llamó intensa y respondió a eso como sabia, o como ya lo había hecho antes, sencillamente dio un paso atrás. Ella, al sentir su desaceleración dio un paso adelante, él dos atrás, media vuelta y siguió su camino, todo sin muchas explicaciones.

Ante la huida ella no supo reaccionar. Es ahí cuando las amigas intervienen, le agarran las manos para que no lo destroce a llamadas, decomisan computador para evitar mails indeseables y en la medida de lo posible la distraen. Pero todas lo sabemos imposible, el asunto es puro maquillaje, es un respaldo imaginario que no evita que el que la quiera cagar la cague con toda. Pero es un símbolo, un rito, que le demostró que no estaba sola.

Calculo que el dolor que ella sintió partió de dos partes, uno, de una ilusión abortada, y otra, de un orgullo herido de muerte. Desde donde fuera fue, lejos, lo más profundo de dicha “relación”. La pregunta más interesante debe ser sobre lo que le pudo haber pasado a él, para lo que hay varias teorías. Algunos dicen que se asustó, otros que se desencantó, otros que es muy jodido y no quería más intensas en su vida, etc. Lo que supongo es que él tampoco sabe lo que ocurrió. Para mí que él fue la víctima de un amor “líquido”. Seguro él no mintió, solo hizo lo que sabía hacer, sintió en profundidad por 15 días, más que suficiente para este mundo afanado. Tal como lo decía Ordúz en su cátedra el amor de antes se asemejaba a la novela “La María” de Jorge Isaacs, donde se muestra un amor que se cultivaba durante toda la vida, un amor paciente y lento y caricaturizando la situación el amor de hoy sería como el “9 semanas y ½”: intenso y efímero, si en estas nueve semanas no has soltado todo, estas out.

Como en la modernidad el amor se construye en el aire y se destruye en el eterno espíritu del modernismo, es como un lego que se busca armar a punta de crisis. El amor posmoderno también busca romper lo solido. Se está reinventando, construyendo su propio Big Bang en búsqueda de su explosión y expansión.

El amor de hoy está mutando y nosotros, en el medio, no sabemos si estamos allá ni acá. Aun esta generación se debate entre las tradiciones y ritos de nuestros padres y las nuevas tradiciones y ritos que nos marca el posmodernismo. No sabemos si conservar los viejos adagios que rezan casarse, reproducirse y morir, modelo sin duda robado de la biología básica, o, por el contrario, romper esquemas, vivir con quien queramos y a su forma hacerlo todo al revés, amoldarnos al amor que rompe, se desase y se reinventa, se arma y se vuelve a quebrar. Sostenemos en nuestros hombros el pasado pero ya hemos dado un paso inevitable hacia el futuro.

Pero nada, volviendo a este amor posmodernos al cual me refería, hay que aceptar que hay un poco de cretinos y mentirosos en todos nosotros, mujeres u hombre, todos podemos en cierto momento sacar a relucir los aspectos más espinosos e hirientes de nuestro tiempo, podemos engañar de manera meticulosa, o sin intención, el punto es ver si funcionará. Mentimos y enterramos las uñas antes de saber siquiera lo que sentimos, hasta llegamos a compartirnos entre varios amores a ver cuál de ellos toca fibras más profundas, todo por ganarle un minuto al que nos pisa los talones. Corremos desaforadamente en búsqueda de un complemento que nos permita vivir plenamente el imaginario de amor prometido.


¿¿EL AMOR PROMETIDO??…¡¡¡JODER!!!... EL AMOR POSMODERNO

3 comentarios:

Osky dijo...

Jajaja que risa. Será que los conozco?

Dreya eya dijo...

Amor posmoderno??? que horror tienes toda la razon!! En que momento se pierde el romanticismo, la risa nerviosa, el no saber si lllamo o no, si nos vemos o no, mejor dicho en que momento dejamos perder el encanto de la magia?? No quisiera creer que es tan así, porque de serlo me temo que por el afán de querer todo ya me perdere de mucho...
Nadie debería leer las conversaciones de otros, las sorpresas son mas desagradables de lo que estamos preparados para intentar asimilar. APRENDAMOS ESO NO SE HACE!!! creo que ya lo aprendi jejeje
Te quiero !!

Joanna dijo...

Es asi que se aprende, hasta no meter los deditos al fuego no sabes que tanto quema.

Y si nene, me temo que los conoces....jeje