A petición de una amiga voy a ser más extensa en lo que quise decir cuando, en un post anterior, hablé sobre el “amor líquido”. Por supuesto el término no es mío, le pertenece a Zygmunt Bauman, de su libro “Amor líquido”, que también complementé de otro libro suyo, llamado la “Vida líquida”, con los dos y mis propias experiencias, al fin pude hacerme mí propia idea mental sobre el término que aquí aspiro a explicar.
Para comenzar, la idea parte del modernismo cuyas características han venido cambiando hasta la forma como nos relacionamos, o más bien, esta época ha venido licuando los lazos sociales, es así, porque este modelo va en contra de la seguridad afectiva de los humanos, este mundo que requiere de contantes cambios y adaptaciones nos obliga a vivir en la penumbra de las necesidades nunca satisfechas.
En el libro hay una comparación con un pasado no tan remoto de cuando los vínculos eran adquiridos por consanguinidad, en este mundo modernos los vínculos dependen de nuestra capacidad adquirida de entrar en los espacios más apetecidos de la sociedad, puede que ayude el ambiente en que te mueves pero también es cierto que este debe estar alimentado por tu propia capacidad de adaptación. En síntesis, nacemos sueltos y debemos buscar conectarnos, por lo mismo estos vínculos no tienen garantía de duración, nada lo tiene, pero nos unimos con eslabones un tanto abiertos para una fácil huida en caso que las condiciones cambien, ya que ésta es una de las pocas garantías que la “modernidad liquida” nos da, y es que el piso de cuando en cuando se nos moverá.
Esa es la esencia del “amor liquido”, marcado por la inseguridad y la fragilidad. El eterno deseo de conectarnos y formar lazos, pero al mismo tiempo dejando los nudos flojos, preparados para la eterna huida. Queremos la seguridad que nos brinda un “para siempre”, pero al mismo tiempo le tememos, y este temor nace de una paradoja, queremos ser libres para tener la libertad de movernos y “relacionarnos”, cuando encontramos dicha relación la saboteamos con el fin de seguir buscando “relaciones”. Ansiamos la estabilidad, pero la masacramos una vez encontrada.
Lo anterior me recuerda a un término muy Colombiano: el “arrocito en bajo”, éste es a mí entender, un síntoma muy propio de la modernidad. Si estamos en una relación dejamos el nudo flojo manteniendo las opciones abiertas. Dichas opciones son alimentadas de diferentes maneras, una podría ser cuando, por ejemplo, en una reunión nos preguntan por nuestras parejas y contestamos con evasivas: “estamos bien…pero”.
Los peros pueden ser muy variados, pueden ir de: por ahora estamos viendo a ver cómo nos va, o ella o él quiere cosas que yo no quiero, o se ha venido engordando con los años, o el trabajo nos tiene muy distanciados, etc. El objetivo de hablar sobre dichos peros es dejar la cadena que te une con tu pareja un tanto abierta, todo por si “algo ocurre”. Son pocos los que suelen responder: estamos divinamente, nos amamos como locos, o siempre estaremos juntos. De hecho cuando alguien responde una cosa así solemos pensar: éste es mucho petardo, o que ser más iluso. Y es asi porque somos hijos de la modernidad…como negarlo, las expresiones de amor explicito nos parecen de lo más cursi y un tanto falsas.
Y así las cosas, el posmodernismo no ayuda. Podemos guardar contactos en msn o facebook, o cualquiera de las redes de amigos de ahora, e ir catalogando los “tal vez” o los “por si todo falla”, la idea central en nunca quedarse sin recursos, lo he dicho antes, somos fácilmente reemplazables y no siempre reciclables, pasamos de ser únicos e irrepetibles a ser un fordismo más.
Pero no nos confundamos, las relaciones son ahora más que nunca, “el tema”, como las noticias de asesinatos macabros, nos atraen y nos repelen al mismo tiempo. No importa el riesgo que conlleven, la construcción de cadenas y eslabones, son de los únicos juegos que vale la pena jugar. Pero cuando por casualidad el amor logra llegar a su meta, solemos quedarnos pasmados. Y yo no podría explicarlo más claramente que un fragmento del citado libro:
“[La atención humana tiende a concentrarse actualmente en la satisfacción que se espera de las relaciones, precisamente porque no han resultado plena y verdaderamente satisfactorias; y si son satisfactorias, el precio de la satisfacción que producen suele considerarse excesivo e inaceptable. En su famoso experimento, Miller y Dollard observaron que sus ratas de laboratorio alcanzaban un pico de conmoción y agitación cuando “la adiance igualaba la abiance”, es decir, cuando la amenaza de una descarga eléctrica y la promesa de una comida apetitosa estaban perfectamente equilibradas…] [Su grado de complejidad es tan denso, impenetrable y enigmático que un individuo rara vez logra descifrarlo y desentrañarlo por sí solo. La agitación de las ratas de Miller y Dollard casi siempre se diluía en la inacción. La incapacidad de elegir entre atracción y repulsión, entre esperanza y temor, desembocaba en la imposibilidad de actuar. A diferencia de las ratas, los seres humanos que se encuentran en circunstancias semejantes pueden recurrir al auxilio de expertos consultores que ofrecen sus servicios a cambio de honorarios. Lo que esperan escuchar de boca de ellos es cómo lograr la cuadratura del círculo: cómo comerse la torta y conservarla al mismo tiempo, cómo degustar las dulces delicias de las relaciones evitando los bocados más amargos y menos tiernos; cómo lograr que la relación les confiera poder sin que la dependencia los debilite, que los habilite sin condicionarlos, que los haga sentir plenos sin sobrecargarlos…]”
Sin palabras, francamente no hay mucho más que decir al respecto, mí propia carrera entra acá en entre dicho, ya que Zygmunt Bauman, apunta a que no podemos hacer de un círculo un cuadrado , afirma que nunca habrá forma de ser sujetos modernos sin sentirnos desencantados a cada esquina del camino. Debo decir por amor a lo que hago que siempre podremos vivir de la forma que queramos vivir aceptando de lleno lo que realmente somos, podemos llegar a ser patos entre cisnes, siempre y cuando aceptemos y apreciemos nuestra condición de patos, para lograr dicha aceptación más que “ajuste” a veces hace falta un “consejero” (flores para mí, obvio).
Por otro lado Bauman, habla del cambio de relaciones a conexiones, cuya diferencia en que las relaciones son de origen más “solido” y las conexiones se asemejan más a las “relaciones virtuales” a cuales: “uno siempre les podrá oprimir la tecla ‘delete’”. Esto es inevitable, inmersos en la modernidad creemos en la promesa de relaciones cada vez más gratificantes y satisfactorias, relaciones de fácil acceso y de fácil salida, en resumen, muchas relaciones a bajo costo emocional. Para lo anterior cito de nuevo.
“Tal como señaló Ralph Waldo Emerson, cuando uno patina sobre hielo fino, la salvación es la velocidad. Cuando la calidad no nos da sostén, tendemos a buscar remedio en la cantidad. Si el “compromiso no tiene sentido” y las relaciones ya no son confiables y difícilmente duren, nos inclinamos a cambiar la pareja por las redes. Sin embargo, una vez que alguien lo ha hecho, sentar cabeza se vuelve aún más difícil (y desalentador) que antes —ya que ahora carece de las habilidades que podrían hacer que la cosa funcionara-. Seguir en movimiento, antes un privilegio y un logro, se convierte ahora en obligación. Mantener la velocidad, antes una aventura gozosa, se convierte en un deber agotador. Y sobre todo, la fea incertidumbre y la insoportable confusión que supuestamente la velocidad ahuyentaría, aún siguen allí. La facilidad que ofrecen el descompromiso y la ruptura a voluntad no reducen los riesgos, sino que tan sólo los distribuyen, junto con las angustias que generan, de manera diferente.”
Y bien, creo que todos tenemos más de un amigo o amiga en que podríamos ver alguno, sino todos los síntomas, de poseer el tipo de “amor líquido” acá nombrado. Son esos seres que no saben lo que quieren, que se debaten entre el amor y la huida, que nunca aceptan sentir cosas profundas por sus parejas, que cuando salen si ellas parecen animales en celo, lo que yo junto con mis amigas llamamos vulgarmente, andar con el “radar prendido”. Y más aun, creo que todos alguna vez en nuestras relaciones hemos caído en ello, si nos dan motivos para desconfiar podemos rápidamente hacer uso de los diferentes recursos del posmodernismo para combatir, mitigar o abolir el dolor. Porque lo malo en este mundo no es terminar una relación, lo malo no es sufrir, lo malo es quedarse sin recursos para superarlo.
En fin amiga, este tema es largo y espinoso, yo espero habértelo aclarado un poco…o complicado, no sé. Lo que sí sé, es que es divertidísimo observar como el modernismo penetro en todas las esferas de nuestra vida, como transformo la visión y la sensación de las cosas, como nos puso a luchar con el reloj, a competir con nuestros iguales y a correr como locos para alcanzar la meta, pero…¿Cuál es la meta entonces?...baaaaa de eso hablaremos luego.
5 comentarios:
Y lo hablaremos largo y tendido... El amor liquido ... me deja sin palabras. El querer encontrar una persona que nos haga sentir, que nos complemente, en fin... que nos haga feliz, es un sentimiento que se acrecenta cuando estamos tan solos, viviendo experiencias nuevas, no hablo de la incapacidad de estar solos, si no el querer querer. Bueno la idea no es extenderme, mi punto es que si lo deseamos tanto y le tenemos al mismo tiempo tanto miedo a que jugamos? Huir es muy fácil, eso esta clarísimo, lo difícil es intentarlo, intentar crear esos lazos que traen consigo las relaciones y en el momento en que se empiezan a formar, empiezan a formarse tambien los miedos, brotan algunas inseguridades y ese horrible sentimiento de estar "amarrado". Creería entonces que uno de los problemas mas grandes de este amor liquido son esos pequeños lazos que quedan despues de haberlo deshechado. El amor es de locos definitivamente!!!!
Si Andre, de locos si es...igual lo sabes, soy una eterna optimista. No creo que la vida sin amor sea tan gratificante, pero también creo en el buen amor…en eso soy muy modernista, creo que todo debe tener un límite, el divorcio es un regalo que nos dejó la emancipación femenina....si no te gusta no te lo aguantes..jajajaja
Bueno: me quedo sin palabras y solo puedo esbozar un sollozo al terminar de leer el último parrafo en donde se hace un paralelismo, con nuestro comportamiento modernamente retrógrado, un espacio para la introspección profunda en donde tengamos la capacidad de desnudarnos sin enjuciarnos, solo observando esta realidad la cual podemos cambiar si así lo queremos, gracias por la reflexion.
Muchas gracias por el articulo publicado. Me quedo mas claro el termino. :)
Esperamos tanto para obtener el amor que cuando llega ya no lo queremos, duele darse cuenta que nosotros mismos lo saboteamos por miedo a perder....pero finalmente perdemos por no tener el valor de vivirlo
Amor Liquido....
Publicar un comentario