jueves, 18 de octubre de 2012

DE BRUJAS Y AQUELARRES


 
En estos meses de silencio me he dedicado a leer a otros, a nutrirme de noches de magia, del amor sagrado de mi familia, de abrazos fuertes y de mi propio instinto. He cantado a la luna en coro con los lobos y he redescubierto la fuerza de la sangre de las mujeres-diosas.

He llegado a una conclusión, alimentada por vagas ideas en años anteriores, que las mujeres llamadas brujas son las únicas mujeres que se hacen diosas en las noches. De que les sirve estar bien adaptadas, siempre bien puestas, si su salvajismo no sale a trotar de vez en cuando.

De que le sirve a una mujer estar acoplada a una sociedad tan pútrida como esta, de que les sirve volverse asexuada  para ser respetadas como fiel esclavas, así el espíritu femenino se pierde en las ansias carnívoras de la nada. Yo prefiero las dementes, las fieras que para volverse feministas no se volvieron hombres.

Porque cantarle a la feminidad es mostrarnos aun más femeninas sin que eso signifique deformar nuestros cuerpos para hacer de ellos estúpidos estereotipos de belleza. No, la celebración está con nuestras tetas naturales, con los culos de nuestra raza, respetándonos como mujeres reales y bellas por serlo. Aquí la que se mata de hambre, arranca de sus ovarios la fuerza para hacerse madre. Aquí la que no se ve bella frente a su espejo está abandonada a que otros le digan el camino a seguir. Esto último no solo es triste, también es peligroso, porque una mujer abandonada es una fuerza desenfocada, una rueda suelta  que alimenta los miedos de una sociedad que se tambalea ante el abismo. De las mujeres pende la mesa donde se sostiene la vida.

Hay un buen refrán mexicano que dice  que la casa no se asienta sobre la tierra sino sobre una mujer……y si, si lo piensan es sobre ella que se gesta un hogar, si la mujer es feliz tiene sexo feliz, libera la energía sagrada del amor y cría hijos seguros y luminosos. Es pieza de un engranaje, pero no cualquier pieza, porque una madre sencillamente no es reemplazable. Y si su cuerpo es templo, en el sagrado rito hará a su hombre un Dios.

Pero una Diosa o bruja no es cualquiera con ovarios, tiene que haber estallado al menos una vez, tiene que haber mandado al coño cualquier  cantidad de basura que de a poco la sociedad trató de meterle en su cabeza. Tiene que haber dejado de oír misa para oírse a ella, tiene que haber agarrado del cuello a la serpiente, tiene que haberla mirado a los ojos en una noche de pasión, tiene que tener el kundalini despierto y atento, y tiene ante todo que haber concluido que solo su espíritu es guía de sus pasos, tiene que haberse clavado el palo de escoba con la milenaria pócima para volar y por supuesto debe  haber volado.
Durante el vuelo debe haber llegado a un aquelarre con otras mujeres y haber bailado en la hoguera donde se queman los supuestos pecados del mundo. Si ha caminado correctamente será una Diosa, una Kali, una devoradora, una femina grande y feliz.
Si lo ha hecho bien, en su vientre se estará gestando la fuerza del amor, la esperanza,  la real y más fuerte energía, y de ella, nacerá un mundo diferente.

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