jueves, 28 de mayo de 2009

MUJER

“Si alguna vez te han llamado insolente, incorregible, descarada, astuta, revolucionaria, rebelde, vas por buen camino. La mujer salvaje está cerca. Si jamás te han llamado nada de todo eso, aún hay tiempo. Haz practicas con tu mujer salvaje. ¡Ándale! Sigue intentándolo” (PINKOLA, 2005:277)

viernes, 15 de mayo de 2009

"DE LA TESIS Y OTROS DEMONIOS"

Obedeceré… seré buena y me concentraré en mi prioridad, por eso cerrare este espacio usado a veces para evitar el estancamiento que me produce la hoja en blanco de mi computador.

Tranquilo blog, será durante poco tiempo, prometo volver a ti cuando cierre este capítulo.

Nos vemos pronto, te extrañaré…besos!!!

lunes, 11 de mayo de 2009

"AMOR LÍQUIDO"

A petición de una amiga voy a ser más extensa en lo que quise decir cuando, en un post anterior, hablé sobre el “amor líquido”. Por supuesto el término no es mío, le pertenece a Zygmunt Bauman, de su libro “Amor líquido”, que también complementé de otro libro suyo, llamado la “Vida líquida”, con los dos y mis propias experiencias, al fin pude hacerme mí propia idea mental sobre el término que aquí aspiro a explicar.

Para comenzar, la idea parte del modernismo cuyas características han venido cambiando hasta la forma como nos relacionamos, o más bien, esta época ha venido licuando los lazos sociales, es así, porque este modelo va en contra de la seguridad afectiva de los humanos, este mundo que requiere de contantes cambios y adaptaciones nos obliga a vivir en la penumbra de las necesidades nunca satisfechas.

En el libro hay una comparación con un pasado no tan remoto de cuando los vínculos eran adquiridos por consanguinidad, en este mundo modernos los vínculos dependen de nuestra capacidad adquirida de entrar en los espacios más apetecidos de la sociedad, puede que ayude el ambiente en que te mueves pero también es cierto que este debe estar alimentado por tu propia capacidad de adaptación. En síntesis, nacemos sueltos y debemos buscar conectarnos, por lo mismo estos vínculos no tienen garantía de duración, nada lo tiene, pero nos unimos con eslabones un tanto abiertos para una fácil huida en caso que las condiciones cambien, ya que ésta es una de las pocas garantías que la “modernidad liquida” nos da, y es que el piso de cuando en cuando se nos moverá.

Esa es la esencia del “amor liquido”, marcado por la inseguridad y la fragilidad. El eterno deseo de conectarnos y formar lazos, pero al mismo tiempo dejando los nudos flojos, preparados para la eterna huida. Queremos la seguridad que nos brinda un “para siempre”, pero al mismo tiempo le tememos, y este temor nace de una paradoja, queremos ser libres para tener la libertad de movernos y “relacionarnos”, cuando encontramos dicha relación la saboteamos con el fin de seguir buscando “relaciones”. Ansiamos la estabilidad, pero la masacramos una vez encontrada.

Lo anterior me recuerda a un término muy Colombiano: el “arrocito en bajo”, éste es a mí entender, un síntoma muy propio de la modernidad. Si estamos en una relación dejamos el nudo flojo manteniendo las opciones abiertas. Dichas opciones son alimentadas de diferentes maneras, una podría ser cuando, por ejemplo, en una reunión nos preguntan por nuestras parejas y contestamos con evasivas: “estamos bien…pero”.
Los peros pueden ser muy variados, pueden ir de: por ahora estamos viendo a ver cómo nos va, o ella o él quiere cosas que yo no quiero, o se ha venido engordando con los años, o el trabajo nos tiene muy distanciados, etc. El objetivo de hablar sobre dichos peros es dejar la cadena que te une con tu pareja un tanto abierta, todo por si “algo ocurre”. Son pocos los que suelen responder: estamos divinamente, nos amamos como locos, o siempre estaremos juntos. De hecho cuando alguien responde una cosa así solemos pensar: éste es mucho petardo, o que ser más iluso. Y es asi porque somos hijos de la modernidad…como negarlo, las expresiones de amor explicito nos parecen de lo más cursi y un tanto falsas.

Y así las cosas, el posmodernismo no ayuda. Podemos guardar contactos en msn o facebook, o cualquiera de las redes de amigos de ahora, e ir catalogando los “tal vez” o los “por si todo falla”, la idea central en nunca quedarse sin recursos, lo he dicho antes, somos fácilmente reemplazables y no siempre reciclables, pasamos de ser únicos e irrepetibles a ser un fordismo más.

Pero no nos confundamos, las relaciones son ahora más que nunca, “el tema”, como las noticias de asesinatos macabros, nos atraen y nos repelen al mismo tiempo. No importa el riesgo que conlleven, la construcción de cadenas y eslabones, son de los únicos juegos que vale la pena jugar. Pero cuando por casualidad el amor logra llegar a su meta, solemos quedarnos pasmados. Y yo no podría explicarlo más claramente que un fragmento del citado libro:

“[La aten­ción humana tiende a concentrarse actualmente en la satisfacción que se espera de las relaciones, precisamente porque no han resulta­do plena y verdaderamente satisfactorias; y si son satisfactorias, el precio de la satisfacción que producen suele considerarse excesivo e inaceptable. En su famoso experimento, Miller y Dollard observa­ron que sus ratas de laboratorio alcanzaban un pico de conmoción y agitación cuando “la adiance igualaba la abiance”, es decir, cuando la amenaza de una descarga eléctrica y la promesa de una comida apetitosa estaban perfectamente equilibradas…] [Su grado de complejidad es tan denso, impenetrable y enigmático que un individuo rara vez logra descifrarlo y desentrañarlo por sí solo. La agitación de las ra­tas de Miller y Dollard casi siempre se diluía en la inacción. La in­capacidad de elegir entre atracción y repulsión, entre esperanza y temor, desembocaba en la imposibilidad de actuar. A diferencia de las ratas, los seres humanos que se encuentran en circunstancias se­mejantes pueden recurrir al auxilio de expertos consultores que ofrecen sus servicios a cambio de honorarios. Lo que esperan escu­char de boca de ellos es cómo lograr la cuadratura del círculo: có­mo comerse la torta y conservarla al mismo tiempo, cómo degustar las dulces delicias de las relaciones evitando los bocados más amar­gos y menos tiernos; cómo lograr que la relación les confiera poder sin que la dependencia los debilite, que los habilite sin condicio­narlos, que los haga sentir plenos sin sobrecargarlos…]”

Sin palabras, francamente no hay mucho más que decir al respecto, mí propia carrera entra acá en entre dicho, ya que Zygmunt Bauman, apunta a que no podemos hacer de un círculo un cuadrado , afirma que nunca habrá forma de ser sujetos modernos sin sentirnos desencantados a cada esquina del camino. Debo decir por amor a lo que hago que siempre podremos vivir de la forma que queramos vivir aceptando de lleno lo que realmente somos, podemos llegar a ser patos entre cisnes, siempre y cuando aceptemos y apreciemos nuestra condición de patos, para lograr dicha aceptación más que “ajuste” a veces hace falta un “consejero” (flores para mí, obvio).

Por otro lado Bauman, habla del cambio de relaciones a conexiones, cuya diferencia en que las relaciones son de origen más “solido” y las conexiones se asemejan más a las “relaciones virtuales” a cuales: “uno siempre les podrá oprimir la tecla ‘delete’”. Esto es inevitable, inmersos en la modernidad creemos en la promesa de relaciones cada vez más gratificantes y satisfactorias, relaciones de fácil acceso y de fácil salida, en resumen, muchas relaciones a bajo costo emocional. Para lo anterior cito de nuevo.

“Tal como señaló Ralph Waldo Emerson, cuando uno patina so­bre hielo fino, la salvación es la velocidad. Cuando la calidad no nos da sostén, tendemos a buscar remedio en la cantidad. Si el “compromiso no tiene sentido” y las relaciones ya no son confia­bles y difícilmente duren, nos inclinamos a cambiar la pareja por las redes. Sin embargo, una vez que alguien lo ha hecho, sentar ca­beza se vuelve aún más difícil (y desalentador) que antes —ya que ahora carece de las habilidades que podrían hacer que la cosa fun­cionara-. Seguir en movimiento, antes un privilegio y un logro, se convierte ahora en obligación. Mantener la velocidad, antes una aventura gozosa, se convierte en un deber agotador. Y sobre todo, la fea incertidumbre y la insoportable confusión que supuestamente la velocidad ahuyentaría, aún siguen allí. La facilidad que ofre­cen el descompromiso y la ruptura a voluntad no reducen los ries­gos, sino que tan sólo los distribuyen, junto con las angustias que generan, de manera diferente.”

Y bien, creo que todos tenemos más de un amigo o amiga en que podríamos ver alguno, sino todos los síntomas, de poseer el tipo de “amor líquido” acá nombrado. Son esos seres que no saben lo que quieren, que se debaten entre el amor y la huida, que nunca aceptan sentir cosas profundas por sus parejas, que cuando salen si ellas parecen animales en celo, lo que yo junto con mis amigas llamamos vulgarmente, andar con el “radar prendido”. Y más aun, creo que todos alguna vez en nuestras relaciones hemos caído en ello, si nos dan motivos para desconfiar podemos rápidamente hacer uso de los diferentes recursos del posmodernismo para combatir, mitigar o abolir el dolor. Porque lo malo en este mundo no es terminar una relación, lo malo no es sufrir, lo malo es quedarse sin recursos para superarlo.

En fin amiga, este tema es largo y espinoso, yo espero habértelo aclarado un poco…o complicado, no sé. Lo que sí sé, es que es divertidísimo observar como el modernismo penetro en todas las esferas de nuestra vida, como transformo la visión y la sensación de las cosas, como nos puso a luchar con el reloj, a competir con nuestros iguales y a correr como locos para alcanzar la meta, pero…¿Cuál es la meta entonces?...baaaaa de eso hablaremos luego.

miércoles, 6 de mayo de 2009

"UN AMOR POSMODERNO"


[Reafirma su compromiso con su primer amor; sin embargo, como él mismo dice, teme que “no sepa un día que voy a amar al siguiente”. Anhela desesperadamente algo solido a lo que asirse, pero “sólo veo fantasmas que hieren mi vista, desaparecen en cuanto trato de atraparlos”.][Es la atmosfera en la que nace la sensibilidad moderna].
Del libro “La nueva Eloísa” de Rousseau, citado por Marshall Berman en “Todo lo solido se desvanece en aire”.

Vivimos inmersos en el modernismo. De nuestros cuerpos salen invisibles hilos que nos mantienen unidos con el mundo: nuestros celulares son dispositivos por donde podemos hacer casi de todo, ahora tenemos computadoras de bolsillo y ya podemos instalarnos de manera subcutánea un chip con la información de nuestra tarjeta de crédito (no es chiste, lo juro, lo vi en CSI). Esta época permitió que fueran los hijos los que enseñaran a los padres como usar los diferentes artefactos; la modernidad ha cambiado uno que otro rol. Por ejemplo, en el mundo laboral la experiencia dejó de ser bien paga y fue remplazada por el joven bien titulado, mano de obra barata, eficiente y también, de cierta forma, desechable. Se cambió al artesano que dedicaba buena parte de su tiempo a elaborar un mueble para toda la vida por unos de fácil y rápido ensamblaje, pasamos de un mundo dedicado y lento a uno acelerado y eficiente. Ya lo decía Marshall Berman en su espectacular libro: nada escapa a ésta revolución, ni siquiera el amor.

Hablando de eso, hace poco asistí a la cátedra de un psicoanalista llamado Luis Fernando Ordúz. En ella se trataron temas de modernidad y posmodernidad, entendida esta última como el proceso que ha tenido el mundo después de los 70´s y aun un poco más allá con el nacimiento del internet y las formas de difusión de información que ya conocemos. Estos detalles han enmarcado al mundo en una velocidad difícil de mantener. Lo que hoy era mañana no se sabe, lo que hoy se quería mañana será obsoleto, lo que hoy desees con ansias mañana te estorbará. Y fue lo anterior, lo que me recordó un amor posmodernista que nació, creció y murió ante mis ojos, un amor intenso que no supo sobrevivir al mes, una curiosa mariposa, bella y efímera.

Dicha historia comenzó cuando mi amiga lo vio por primera vez, creyó ver en sus ojos algo especial, le pareció que había magia en la manera como lo conoció pero la única magia que hubo en ese encuentro fue la que ella quiso ver. Gracias a los artefactos de la tecnología lograron continuar su comunicación, primero se ubicaron por facebook, luego el amor pareció crecer vía msn, se dijeron las primeras cosas bonitas escritas con las típicas contracciones que disimulan la mala ortografía y para cuando se vieron ya se habían dicho de más. La siguiente semana ya habían compartido secretos y noches, celos e intrigas. Desgraciadamente también compartieron información que no se debía. El msn con sus conversaciones guardadas y un tris de imprudencia les permitió saber que pensaban el uno del otro. Parte de la magia había sido cortada de un solo click, luego de eso, el error de la intensidad.

A ella le pareció que sus ojos no le mentían cuando él le dijo que quería estar siempre a su lado, que tanto tiempo juntos no lo aburría, ella creyó en su guión porque jamás se atrevió a dudar de sus intenciones. Entonces ella quiso jugar a lo mismo pero cayeron en un eterno malentendido, él la llamó intensa y respondió a eso como sabia, o como ya lo había hecho antes, sencillamente dio un paso atrás. Ella, al sentir su desaceleración dio un paso adelante, él dos atrás, media vuelta y siguió su camino, todo sin muchas explicaciones.

Ante la huida ella no supo reaccionar. Es ahí cuando las amigas intervienen, le agarran las manos para que no lo destroce a llamadas, decomisan computador para evitar mails indeseables y en la medida de lo posible la distraen. Pero todas lo sabemos imposible, el asunto es puro maquillaje, es un respaldo imaginario que no evita que el que la quiera cagar la cague con toda. Pero es un símbolo, un rito, que le demostró que no estaba sola.

Calculo que el dolor que ella sintió partió de dos partes, uno, de una ilusión abortada, y otra, de un orgullo herido de muerte. Desde donde fuera fue, lejos, lo más profundo de dicha “relación”. La pregunta más interesante debe ser sobre lo que le pudo haber pasado a él, para lo que hay varias teorías. Algunos dicen que se asustó, otros que se desencantó, otros que es muy jodido y no quería más intensas en su vida, etc. Lo que supongo es que él tampoco sabe lo que ocurrió. Para mí que él fue la víctima de un amor “líquido”. Seguro él no mintió, solo hizo lo que sabía hacer, sintió en profundidad por 15 días, más que suficiente para este mundo afanado. Tal como lo decía Ordúz en su cátedra el amor de antes se asemejaba a la novela “La María” de Jorge Isaacs, donde se muestra un amor que se cultivaba durante toda la vida, un amor paciente y lento y caricaturizando la situación el amor de hoy sería como el “9 semanas y ½”: intenso y efímero, si en estas nueve semanas no has soltado todo, estas out.

Como en la modernidad el amor se construye en el aire y se destruye en el eterno espíritu del modernismo, es como un lego que se busca armar a punta de crisis. El amor posmoderno también busca romper lo solido. Se está reinventando, construyendo su propio Big Bang en búsqueda de su explosión y expansión.

El amor de hoy está mutando y nosotros, en el medio, no sabemos si estamos allá ni acá. Aun esta generación se debate entre las tradiciones y ritos de nuestros padres y las nuevas tradiciones y ritos que nos marca el posmodernismo. No sabemos si conservar los viejos adagios que rezan casarse, reproducirse y morir, modelo sin duda robado de la biología básica, o, por el contrario, romper esquemas, vivir con quien queramos y a su forma hacerlo todo al revés, amoldarnos al amor que rompe, se desase y se reinventa, se arma y se vuelve a quebrar. Sostenemos en nuestros hombros el pasado pero ya hemos dado un paso inevitable hacia el futuro.

Pero nada, volviendo a este amor posmodernos al cual me refería, hay que aceptar que hay un poco de cretinos y mentirosos en todos nosotros, mujeres u hombre, todos podemos en cierto momento sacar a relucir los aspectos más espinosos e hirientes de nuestro tiempo, podemos engañar de manera meticulosa, o sin intención, el punto es ver si funcionará. Mentimos y enterramos las uñas antes de saber siquiera lo que sentimos, hasta llegamos a compartirnos entre varios amores a ver cuál de ellos toca fibras más profundas, todo por ganarle un minuto al que nos pisa los talones. Corremos desaforadamente en búsqueda de un complemento que nos permita vivir plenamente el imaginario de amor prometido.


¿¿EL AMOR PROMETIDO??…¡¡¡JODER!!!... EL AMOR POSMODERNO