jueves, 5 de agosto de 2010

"LO POCO QUE SE DE LA VIDA"

Hace poco entre a una librería a hacer lo que hago de cuando en cuando, y es escoger nuevos escritores de los que nunca haya oído nada y comprar su obra cumbre, si me gusta le sigo la pista por un tiempo. A veces dicho método resulta en un completo fiasco y me hace quedarme con un solo ejemplar del autor, un poco huérfano, en mi biblioteca. Cada quien tendrá sus métodos para comprar libros, este resulta ser el mío, aunque obvio no excluyo los recomendados, los de prologo interesante o los citados por autores que ya conozco y me gustan. Para comprar libros sobran pretextos, falta a veces dinero.

Me encontraba en dicha labor cuando encontré una portada con un corazón al revés constituido por un escrito que francamente me encantó. Del autor después supe que es un publicista catalán muy recordado en su país por hacer parte de los jurados de “operación triunfo”, ya viéndolo banalmente, también es hasta churro, o ya ni se, la verdad es que los hombres inteligentes o aquellos que lo aparentan muy bien terminan por nublarme el juicio de lo estético. Ya sobre el contenido diré que parece asumir la posición de un hombre mayor, ya que realmente este personaje no alcanza ni la cuarentena y yo la verdad creo que solo un Borges al final de su vida puede hablar de manera tan concluyente sobre la vida. Eso no le quita valor a sus palabras pero si un poco de veracidad, no pasa de ser una suposición o mera corazonada de que eso será lo que dirá cuando esté terminando el camino.

Cuando lo pienso, a mi me encantaría tener un tío que me diera consejos tan atípicos que llamen a la desobediencia. Pero cero, mis tíos aunque con vidas muy atípicas y algunos verdaderos incursores contradicen la tesis de seguir el corazón para donde él te quiera llevar, aun así suelo oír sus consejos pero muy raramente los sigo, yo francamente he llegado a un momento de mi vida en que me he dado cuenta que hago lo que me da la gana sin mucho temor al que dirán (gracias al cielo, en el que tampoco creo, por ser así). Por alguna extraña razón no concibo mi vida sin la pasión que da el hacer las cosas que realmente quiero hacer, menos mal entre ellas no está morirme de hambre porque ahí la cosa andaría jodida, yo en el fondo tengo la absoluta convicción de que las vainas que hacemos con verdadero amor nos darán de comer, y si además se escogió tener placeres como viajar, comprar buenos libros y vivir de tal o cual manera, la pasión irá dando los recursos para hacerlo. Sobre lo anterior puede que me equivoque, y que cuando llegue a determinada edad me dé cuenta del error de meterle más corazón que cerebro que a mis proyectos…el tiempo lo dirá.

Y nada…he aquí el escrito del que hablo en este post.



“Lo poco que sé de la vida está en los libros que nunca leo. Lo poco que sé de la vida está en las líneas que no escribí. Lo poco que sé de la vida se cuenta tomando un café, se entiende tomando una copa y se olvida tomando dos. Que nadie se me emocione ni albergue falsas esperanzas, porque con lo poco que sé de la vida a duras penas se llena un corazón, por pequeño que sea. Sí, sobrino, va por vos.

Empiezo por lo que sé con toda seguridad. Sé que, con suerte, te vas a morir una vez. Así que procura no morirte más veces por el camino. No hay nada peor que esa gente que se va muriendo antes de morirse del todo. Para evitarlo te regalo un método infalible. Ten siempre más proyectos que recuerdos, es la única forma que conozco de mantenerse joven. Olvídate de la patraña esa de ser feliz, ya te puedes dar con un canto en los dientes si llegas a ser el único dueño de tus propias expectativas. Que un euro se ahorra, y un polvo se pierde. Para siempre. Que hay que dedicarse a algo de lo que jamás te quieras jubilar. Por mucho que te cueste pagar las facturas. Por mucho que en las reuniones de antiguos alumnos te miren mal. Es mejor dedicarse toda una vida a algo que te divierte pese a no llegar a fin de mes, que pasarte un solo día trabajando únicamente por dinero.

Entre lo poco que sé de la vida, también te diré que nada de todo esto vale la pena sin alguien que te haga ser incoherente. Ni flores, ni velas, ni luz de la luna. Ése es el verdadero romanticismo. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz y que arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo qué va. Ojalá ames mucho y muy bueno, incluso a riesgo de ser correspondido. Que te despojen de todo, que hagan jirones de tus ganas y que te veas obligado a remendarlas con el hilo de cualquier otra ilusión. Que desees y seas deseado, que se frustren todas tus esperanzas y acabes descubriendo que la única forma de recobrar el primer amor, que es el propio, es en brazos ajenos.

Dos emociones inútiles asociadas al pasado, arrepentimiento y culpa, y una emoción inútil asociada al futuro, la preocupación. Cuanto antes te desprendas de las tres, antes empezarás a apreciar lo único que tienes. Qué más. Ah sí. Sé que al menos un amigo te va a traicionar, otro será traicionado por ti, y que te pongas como te pongas los que no hayas hecho antes de los treinta, ya jamás pasaran de buenos compañeros. Cuenta sólo con los tres principales, porque a partir de ahí, todo es mentira.

Para terminar, y hablado del tema, déjame que te presente a tu mejor enemigo. Se llama miedo. Quédate con su cara porque va a estar jodiéndote de ahora en adelante. Miedo al que dirán. Miedo a perder lo que tienes. Miedo a conseguirlo. Miedo a saber poco de la vida. Miedo a tener razón”.

Risto Mejide